Capitulo XVI

Pero a pesar de todo, esa primera vez había bastado.
Después de que terminó el primer mes de nuestro viaje de bodas, lo días pasaban y pasaban y mi periodo nunca se presentó. Aunque al principio pensé que podía deberse precisamente a lo que me temía, a que mi cuerpo dejaba de crecer y por lo mismo dejaba de tener ciclos hormonales. Pero al paso de los días, comencé a sentir otros síntomas, que me hicieron convencerme que estaba esperando un bebé.
Me invadió una alegría enorme, no podía creer que el cielo hubiera escuchado mis plegarias y se hubiera hecho realidad el más grande de mis deseos. Ahora en mi vientre se gestaba un pequeño ser, que sería parte mía y de Jacob, no podía ser mas feliz.
Pero a la par de esta felicidad, casi de la misma magnitud, surgió en mí la preocupación de cómo se lo iba a decir a Jacob, y no sólo eso, si no cómo lo iba a tomar, lo más probable era que nada bien.
Una cosa estaba a mi favor, tenía casi mes y medio de embarazo y mi vientre seguía permaneciendo tan plano como siempre, eso me daba la seguridad de que, al menos mi embarazo era humano en ese aspecto, ya que mi mamá a esas fechas ya lucia un vientre completamente abultado.
Pero aun así, sabia que eso no iba ser suficiente para Jacob, iba a necesitar pruebas mucho más factibles de que, de repente, lo que llevaba en mi vientre no se iba a convertir en un monstruo que pusiera mi vida en peligro.
Así que la única posibilidad que veía era, regresar a casa para que mi abuelito me ayudara a conseguir las pruebas necesarias para evitar la histeria de Jake. Ahora el dilema era de qué manera convencerlo de regresar a casa, cuando aquí nos la estábamos pasando tan bien.
Por eso, aquella mañana al despertar en la villa para alpinistas al norte de Holanda, me quedé esperando paciente a que Jake despertara, devanándome los sesos, pensando la mejor manera de pedirle que regresáramos a Denali.

Por más que en mi mente maquinaba excusas, poco convincentes por supuesto, una ayuda del cielo llegó en ese instante. Mi estomago comenzó a girar y contraerse, sin que me diera tiempo a nada, tape mi boca y salí corriendo al baño.
Estaba inclinada sobre el escusado cuando escuché la voz de Jacob, que me preguntaba alarmado lo que pasaba.
- No lo se. –respondí a medias, ya que seguía devolviendo el estomago. –seguramente algo me cayó mal.
- Nunca te habías enfermado del estomago… esto no me gusta.
- Obviamente a mi tampoco –contesté mientras me apresuraba a lavarme los dientes –pero no creo que sea motivo para preocuparse tanto.
- ¿Cómo no? Esto no es normal en ti. Tal vez debemos regresar para que tu abuelito te revise.
- Jake estas exagerando, nunca había comido lejos de casa, a lo mejor mi estomago extrañó, eso es todo, es más creo que ya salió todo lo malo, porque ahora me siento muy bien.
- De todas maneras deberíamos telefonear a tu abuelito, para ver que opina.

Me quedé pensando un poco, después de todo ahí tenía el pretexto perfecto para regresar a casa, pero no quería que Jake estuviera preocupado por mí.
- Mira perrito –le dije mientras acariciaba su mejilla con ternura –te prometo que me siento bien y no debes preocuparte, pero si te hace sentir mejor, vamos a casa a que mi abuelito me cheque. Después de todo, allá también tenemos nuestro lugar en las montañas, para nosotros solos.
Jake comenzó a darme pequeños besitos en el rostro, mientras trataba de asegurarse que yo me encontraba bien.
- ¿Estas segura que te sientes bien? Te veo pálida.
Eso no podría ser verdad, al menos no en ese momento, ya que con sus besos y sus caricias mis mejillas estaban casi al rojo vivo.
- Estoy perfectamente Jake, te lo aseguro. Pero… también quiero ver a mi familia.
- Si yo también. Creo que ya es tiempo de regresar.

Esa misma tarde emprendimos el viaje de más de 20 horas de regreso. Tenía miedo de ponerme mal en el avión, eso iba a angustiar innecesariamente a Jake. Pero las nauseas no se podían evitar con nada. Todo iba bien, el vuelo internacional lo dormí completo, pero cuando aterrizamos en Washington, después de recibir las maletas, íbamos serpenteando entre la gente, para salir y tomar un taxi, de repente mi estomago se revolvió nuevamente, tuve que salir corriendo al baño, esquivando gente, fue un verdadero milagro llegar.
Como era servicio para mujeres, Jacob tuvo que esperarme afuera; devolví lo poco que tenía en el estomago, aunque después de eso ya no me sentía mal, me lavé los dientes aliviada de saber que muy pronto estaría en casa. Pero cuando salí, Jake me esperaba con alarma en la mirada, corrió a abrazarme y cuando se aseguró que estaba bien, me confesó.
- Telefoneé a tus papás… vienen hacia acá con tu abuelito, no quiero arriesgarme a subirte a un avión y que te pongas mal.
Sabía que Jacob había actuado motivado por su preocupación, pero como yo sabía que no tenía razón para estar tan preocupado, me molesto demasiado que involucrara a mis papás en esto.
- Jake… no debiste preocuparlos… yo estoy bien –dije enfatizando las ultimas palabras.
- No estas bien… tu nunca habías mostrado malestares estomacales y ahora no paras de vomitar.
- No exageres, sólo es por las mañanas y es algo normal. –inmediatamente caí en la cuenta de que no había pensado y había hablado de más, así que arrugué la frente y me mordí el labio arrepentida.
- ¿Normal?
- Normal, cuando te cae mal la comida –traté de componer las cosas, sin conseguirlo.
- No te referías a eso Nessie. – me dijo furioso, nunca había empleado ese tono conmigo. Estaba realmente enfadado, seguramente tanto, que le costaba contenerse, por lo preocupado que se sentía.
Realmente en ese momento debí morderme la lengua con mis dientes de vampiro y cortármela, antes de decir lo que dije. Estábamos en un aeropuerto lleno de gente, en el centro de una enorme ciudad llena de edificios, pero desgraciadamente no lo hice. Sin medir las consecuencias de mis palabras, lo solté.
- Estoy embarazada perrito.