sábado, 7 de marzo de 2009

Capitulo VIII

-Nessie… lo lamento… lamento mucho lo que sucedió con tu familia esta tarde. Dijo Jacob cuando salimos a pasear, de la mano por el bosque, como era costumbre.
Se veía realmente apenado, sus ojos suplicantes estudiaban mi expresión con cautela, tratando de adivinar si me encontraba triste por lo ocurrido. Estaba convencido que me había molestado que rechazara el regalo que mi familia pretendía hacernos.

- Perrito, no tienes por qué disculparte, enserio, lo que le dije a mi familia fue en serio. No me importa nada más que estar a tu lado.
- En verdad Nessie… yo comprendo que siempre has estado acostumbrada a los lujos… a lo mejor debería pensar mejor las cosas… no se. –se veía realmente angustiado. Sin razón alguna, es más llegaría hasta vivir con él en el bosque, cazando para alimentarnos y durmiendo abrazada a su enorme cuello de lobo.
- Ay! Jacob ¿qué voy a hacer contigo? –le dije sonriendo para tranquilizarlo. Le dí un tierno beso mientras le mostraba mi amor y el deseo de pertenecerle sin importar nada más.
- Perrito ¿en verdad tengo que estar mostrándote todo el tiempo cuanto te amo? tu deberías saberlo mejor que nadie en el mundo ¿no se supone que nos amamos igual? –le dije con un ligero tono de reproche, pero sonreía para que supiera que estaba bromeando.
Jake me sonrió apenado. Comprendió que tenía razón, pero me aclaró.
- Lo único que deseo en esta vida es hacerte feliz princesa.
- Yo soy feliz cuando eres feliz, yo también quiero que tú seas feliz a mi lado Jake, es mi único deseo. –Por eso quiero darte una familia… con hijos, pensé.

El siguiente fin de semana salimos a buscar la casa donde viviríamos después de casarnos, durante la semana había hecho mi tarea investigando en los avisos de los periódicos, y había concertado cita con algunas. Mis papás quisieron acompañarnos y Alice insistió en que debía ir también para aprobar el closet.

Anduvimos observando varias casas en el pueblo, eran pocas en comparación a las que hubiéramos podido encontrar en una ciudad más grande, y todavía se reducía más el número, debido a que la mayoría sobrepasaba nuestro presupuesto.

Por fin encontramos una, en un pequeño fraccionamiento a las afueras del pueblo, casi colindaba con el bosque, lo que de entrada nos pareció muy conveniente. Pero cuando puse un pie dentro de ella, me fascinó.

Era muy pequeña, una caja de zapatos como despectivamente la llamó Alice, pero se parecía bastante a la casa de mi abuelito Charly en Forks, sólo que era mucho más chica. Tenía un pequeñísimo recibidor, donde a casi un par de pasos se encontraban las escaleras para subir al segundo piso, del lado izquierdo, estaba la cocina-comedor de color blanco, y hacía el lado derecho la sala, con una chimenea en medio que casi la abarcaba por completo. En el segundo piso había dos recamaras que no llegaban a los 9 m2 cada una; un solo baño, pero la recamara principal tenia una pequeña terraza que daba hacia el bosque, desde ahí se podía observar el río y los miles de árboles extendiéndose a nuestro alrededor, creo que por todo esto la sentí tan mía.

Lo que nos terminó por convencer fue que Jake la podía comprar perfectamente con sus ahorros, así que cerramos el trato inmediatamente, sin escuchar los reclamos de Alice, que protestaba por lo pequeño de las habitaciones sin dejarle ningún espacio para la ropa que quería regalarnos. El único consuelo que encontró fue que como eran dos recamaras podía acondicionar una como closet. No respondí nada a esto, pues aun no podía confesarles que tenía otros planes para esa habitación.

Mis padres regresaron a casa y Jacob y yo seguimos recorriendo el pueblo buscando muebles y demás cosas necesarias para nuestra nueva casa.

- ¿Sabes estuve hablando con Alice? –me confesó Jake cuando nos sentamos a cenar en un pequeño restaurante en Hanover.
- ¿De qué perrito?
- Bueno, no es que sea tan testarudo – ambos nos reímos, porque sabíamos que tal vez si lo era un poco. –Pero bueno, le dije que cuando juntara cierto capital le pediría ayuda para invertirlo en la bolsa, así como lo hacen ellos.

Mi familia tenía mucho dinero, en parte porque tenían muchos años existiendo en esta tierra y en parte porque el don de Alice les permitía invertir en la bolsa de valores, obviamente siempre con ganancias.

- Como tu lo quieras perrito, ya te dije que a mi no me interesa nada material.
- Lo sé, no estoy diciendo que vaya a ser pronto –rió apenado- lo más probables es que tarde algunos años en juntar capital suficiente.

Jacob en Forks se ganaba modestamente la vida, reparando coches, además que reconstruía y vendía automóviles, y le iba muy bien. Desde hacía mucho tiempo había considerado la idea de mudarse a Hanover conmigo, antes de que Billy se enfermara y tuviera que permanecer con él en la Push. Pero en ese entonces había solicitado empleo en Portsmouth, en una compañía de Grúas marítimas y ahora iba a tomarlo.

- Yo no tengo prisa –respondí -Lo único que me urge es ser tu esposa. - Y le cerré un ojo coqueta, las mejillas de Jacob se tiñeron de un rojo apenas perceptible bajo su piel cobriza.
Se acercó y me besó tiernamente. Y me dijo con voz grave.
- Yo también cuento los segundos desesperadamente.
Mi corazón comenzó a latir excitado y en mi estomago comenzaron a revolotear miles de mariposas. Muy pronto sería suya.

Jacob me fascinaba físicamente, cuando me besaba y me acariciaba, mi cuerpo comenzaba a vibrar de deseo, cada átomo de mi ser pedía ser tomado en cuenta, un fuego ardiente surgía de mi estomago e invadía todo mi cuerpo, igualando la elevada temperatura de Jake. Sabía que parte eran mis hormonas humanas, pero la mayor parte era mi instinto pasional de vampiro, que era un deseo mil veces mayor que cualquier deseo que haya experimentado jamás un humano.

Todo mi ser me decía, me gritaba, que la entrega física con Jacob iba a ser perfecta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario