Capitulo IX

Desde que los gemelos habían abandonado la escuela para viajar por el mundo, con sus respectivos amores, la relación con mis compañeros de escuela, se había hecho más profunda; obviamente siempre debía guardar cierta distancia, para evitar que llegaran a descubrir nuestro secreto, o que llegaran a estar en peligro, que siempre era inherente, al estar al lado de vampiros.

Pero había una persona entre todos mis amigos, que se había ganado realmente mi aprecio, hasta el punto de fantasear, en algún momento, con la idea de confesarle todo. Lógicamente nunca lo llegaría hacer, pero muchas veces me había puesto a pensar que haría Amber en caso de que le confesara que era semivampira, que los miembros de mi familia eran vampiros y que además yo estaba improntada de un licántropo. Lo más seguro era que acabara con una camisa de fuerza antes de que pudiera poner mi mano en su rostro y demostrárselo.

- ¿No has sabido nada de tus primos alemanes?- me preguntó Amber en el momento en que salimos de la clase de la segunda hora y nos dirigíamos a clase de español.
- Si, hemos estado hablando… andan discutiendo la posibilidad de regresar el próximo año.

Para el cuerpo estudiantil, los gemelos habían regresado a su casa, en Alemania, tras pasar 6 meses de intercambio en Estados Unidos. Aunque la verdadera historia era que todavía no habían podido ir a ver a su madre, pues aun sus ojos tenían tonalidades rojizas, que van a ir disminuyendo a medida que sigan alimentándose de animales. Además ahora tenían motivación extra para permanecer en el país, el amor profundo por las parejas que habían encontrado, además que tenían también el deseo de llevar una vida normal en lo posible, como lo hacíamos nosotros, así que el próximo año se inscribirían de nuevo, cursando la escuela junto con Zayra y Leah.

- ¿Enserio? ¡Que bueno! – Yo sabía que Amber se había entusiasmado con Tom, no entendía por qué, si él casi nunca le había dirigido la palabra, pero a ella le chispeaban los ojos cuando él se acercaba, y podía escuchar su corazón latir a mil. Aunque ahora que se enterara que Tom tenía novia, se desilusionaría, me gustaría poder evitarlo, pero nada podía hacer al respecto.

- Tú debes extrañar a Bill, ¿no? supongo, aunque hayan terminado. –continuó para disimular su entusiasmo por el regreso de los gemelos.
- Si claro, siempre fue un excelente amigo.
- Hacían una bonita pareja… nunca me contaste por qué terminaron.
Me mordí el labio dudando, más que nada porque ella no sabía nada de Jacob, para ella, las vacaciones de Navidad las había pasado viajando por Europa. Entonces no sabía qué responder, ante sus dudas, sobre mi fallido noviazgo con Bill.
Se dio cuenta que me había incomodado, y se disculpó.
- Lamento si estoy tocando un tema que te hace daño.
- No me hace daño, al contrario… Bill sigue siendo muy importante en mi vida… sólo que siempre estuve enamorada de otra persona. –Consideré que no tendría nada de malo confesarle mi amor, a mi mejor amiga humana.
- ¿De otra persona? –preguntó asombrada, pues cómo era posible que ella no se hubiera enterado nunca.
- Si, lo conozco desde niña y desde entonces lo he amado – una enorme sonrisa me iluminó el rostro, por lo que ella se dio cuenta al instante el gran amor que sentía.
- ¿Por qué no me habías dicho nada? –me reprochó.
- No se… el vive en Forks y cuando me vine a vivir aquí con Carlisle… la separación hizo estragos a nuestra relación. –me sentía contenta en poder contarle una pequeña parte de la verdad, nunca me había gustado mentir. Aunque lo hacía un montón últimamente.
- Por eso comenzaste a salir con Bill –concluyó.
- Si… - me estremecí al recordar lo nefasto que había resultado, al punto casi costarle la vida a algún ser querido.
- Y ¿cómo se llama?
- Jacob –dije en medio de un suspiro. Ella se rió.
- ¡Que bárbara! el rostro se te ilumina. Si que estás enamorada.
- No tienes una idea cuanto.
- Y él sigue viviendo en Forks… que difícil – se veía realmente apenada por mí.

Así que dije que más daba, pensé que podía compartir un poco más con mi amiga humana. Y sin pensarlo se lo confesé.
- Voy a casarme con él en un par de semanas.
Nunca había visto a nadie abrir tanto los ojos, palideció y luego parpadeó varias veces como para comprobar que estaba despierta.
- ¡Nessie! No puedes estar hablando enserio.
- Sí –respondí a media voz, me sentí realmente apenada.
- ¿Pero qué estas pensando? –seguía sin relajar el rostro crispado por la sorpresa.

Puse los ojos en blanco, ¿qué la gente iba a reaccionar siempre así?
- Por favor, parece que te dije que planeaba asesinar a alguien –trate de bromear, para que se relajara. Pero seguía estupefacta, con la boca abierta.
- ¿Lo saben tus papás? – Preguntó con esperanza, tal vez si ellos aun no lo sabían, al enterarse me harían entrar en razón.

Si hubiera tenido la capacidad como mi padre de leer su mente, me habría detenido en ese instante, le diría que estaba bromeando, que trataba de hacerle una broma muy pesada que casi la llevara al infarto. Porque le faltaba poco. Pero por el contrarío traté de explicarle, para que me comprendiera. Grave error.

- Si lo saben, y lo aceptan – creo que dejó de respirar.
- Amber no te pongas así, si tú supieras lo que siento por él, me comprenderías.
- Nessie, sólo tienes 15 años… Se que la muerte de tus padres te afectó, pero…

Cierto, no me había puesto a pensar en la mentira que todos los habitantes de Hanover creían, la misma mentira en la que escudaba mis inasistencias a la escuela, y que utilizaba en algunas otras ocasiones para obtener privilegios.
Sabía que para ellos, aun me encontraba muy deprimida.
- Nada tiene que ver con eso. –traté de aclarárselo, pero obviamente todos lo relacionarían con ese suceso. Sólo la inestabilidad emocional orilla a una niña de 15 años a casarse.
O el embarazo.
- ¿Estas embarazada? – Era una acusación más que una pregunta, pero claro era el otro pretexto clásico.
- Claro que no. –respondí sumamente apenada.
Me la había ganado, yo y mi gran bocota.
- No Amber no estoy embarazada, ni mal psicológicamente, simplemente lo amo, ahora te pido que no lo comentes con nadie. Por favor.
Rogué que así fuera, que nadie más se enterara.

Pero no tuve tan buena suerte.